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27 noviembre 2014

¿Cómo corregimos? Seamos sinceros

Por mi práctica docente (maestra de Audición y Lenguaje) la corrección, tal y como se entiende en este apartado del curso, no es una de mis labores diarias. Así que para responder a la pregunta debo remontarme aproximadamente dos cursos, cuando por circunstancias del centro me tocó sustituir a la profesora que impartía Ciencias Naturales y Matemáticas en el primer ciclo de la ESO. A mi me tocó impartir CCNN.
Por aquel entonces el centro estaba participando en un Proyecto de Innovación Educativa para acercar la práctica docente a las Competencias Básicas. Había entrado en contacto con el nivel A1 de COMBAS. Y una de las cosas que más me llamaron la atención de ese curso era la evaluación: las rúbricas, los descriptores, los distintos niveles de "aprendizaje"...
El centro no trabaja por competencias. Las programaciones didácticas estaban, como en muchas ocasiones, centradas en los objetivos y contenidos más que en CCBB. Y ahí me planté yo, desconocedora del mundo de las CCNN en la ESO, con una programación que yo no había elaborado y unos criterios de evaluación-calificación (porque allí estaba todo mezclado) que no compartía... En fin, que hice lo que pude, lo mejor que pude, pero sin ninguna duda muy mejorable (con el tiempo y el conocimiento cada día me vuelvo más exigente y crítica conmigo misma, y en algunas ocasiones con los demás, es uno  de mis defectos).

¿Y cómo lo hice?

Previo al examen les comunicaba a los alumnos los aspectos del tema más importantes, sobre los cuales, obviamente, les iba a preguntar. Les indicaba que iba a haber preguntas literales, es decir, tal y como aparecían en el texto, pero que en otras iban a tener que relacionar conocimientos de ese tema, e incluso de temas anteriores (esa referencias las había trabajado en el aula, no era nuevo para ellos). En los temas en que había fórmulas (energía, volumen) les hacía explicito que iban a tener que conocerlas y aplicarlas (sabían que iban a tener que resolver un problema). También sabían que las faltas de ortografía descontaban (así estaba recogido en la programación de aula)... Es decir, sabían, aunque no de manera precisa (en cuanto a que no estaba recogido en ningún sitio), lo que les iba a pedir.

Ahora bien, la corrección...
A mi favor he de decir que no tenía en cuenta al alumno, nunca leía el nombre del alumno (así no prejuzgas)
En mi contra he de decir que no había demasiado rigor, aunque no era tampoco excesivamente arbitraria. Me explicaré:

  • Corregía todas las preguntas 1, por ejemplo. Luego las 2, las 3... y así sucesivamente. Procuraba tener siempre en mente el mismo o los mismos criterios. Si después de haber puntuado no estaba del todo segura revisaba las correcciones y equilibraba.
  • ¿Y qué pasa cuando muchos alumnos fallan en la misma pregunta? De estas he tenido. Obviamente la culpa no era de los alumnos, era mía (mal redactada, insuficientemente explicada en el aula, confusa...) dos opciones: (en función del porcentaje de fallos entre el alumnado) si más del 50 % no respondían correctamente la pregunta quedaba anulada directamente y en la revisión del examen en el aula la explicaba. Si el porcentaje estaba entre el 50 y el 35 % puntaba menos de lo previsto. (Sé que no es muy riguroso, pero no podía suspender a más de media clase, no me parecía ético).
  • Respeto a la expresión gramatical: reconozco que soy exigente en ese aspecto. Pero el alumnado que tenía no "andaba muy diestro" en ese tema así que me conformaba con lo que la mayoría de ellos eran capaces de hacer.
  • Las faltas de ortografía, como ya he dicho anteriormente, descontaban de la nota final También es cierto, y voy en contra de algunos aspectos "legales" de los centros educativos, que no siempre las descontaba (hubiese habido alumnos con puntuaciones negativas). Al final lo que hacía era redondear la nota final a la baja (penalizaba, tal y como había que hacerlo, pero menos de lo que debería).
¿Justa o injusta? si no me comparo con nadie conocido, y siendo sincera: injusta. No demasiado, pero tampoco lo contrario. No siempre corregía bajo los mismos parámetros.
¿Estricta? No demasiado. Pero sí exigente con lo que quiero de mis alumnos. Nada que no les haya dado previamente.
¿Manga ancha? Eso sí que no. si está bien, está bien. Seas quien seas. Te llames cómo te llames. Vengas de donde vengas. Y vayas a dónde vayas. Y lo mismo si no es correcto. Lo de los "sobornos" no va conmigo.

En definitiva, si tuviera que valorar mis breves experiencias de corrección las resumiría diciendo que eran agotadoras y además, para colmo, poco rigurosas. O al menos no tanto como deberían serlo y como me gustaría que fuesen.
Creo que ahora lo haría mejor.

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